¿POR QUÉ IBAN A COMETER EL MISMO «ERROR» MANZANO Y LAS AGENCIAS CON CUATRO MESES DE INTERVALO?

17-07-06



Editorial

¿POR QUÉ IBAN A COMETER EL MISMO «ERROR» MANZANO Y LAS AGENCIAS CON CUATRO MESES DE INTERVALO?


Si el pasado viernes expresábamos nuestro hondo escepticismo ante la versión del Ministerio del Interior, según la cual el jefe de los Tedax había cometido un «error» al asegurar reiteradamente ante la Comisión del 11-M que en los focos de los trenes en los que se colocaron explosivos habían aparecido restos de nitroglicerina, la noticia que hoy facilitamos a nuestros lectores nos hace pensar que el comisario Sánchez Manzano dijo la verdad -probablemente sin darse cuenta de que lo hacía- y que es el Gobierno quien, a sabiendas o no, disemina ahora información falsa.
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Corroborando esa vieja máxima de los servicios de espionaje, según la cual todos los grandes secretos han sido siempre publicados por los periódicos, esta información, que hoy sin duda va a poner en vilo a la parte más crítica y exigente de la opinión pública, es la exclusiva más compartida de la historia del periodismo de investigación. En definitiva es un mero ejercicio de hemeroteca: la constatación de que a las 14.40 horas del 11 de marzo de 2004 la agencia Efe informó a todos sus abonados de que en la mochila explosionada en la estación de El Pozo se habían encontrado restos de nitroglicerina y la constatación de que a las 15.48 la agencia Europa Press hizo lo mismo, refiriéndose esta vez al conjunto de los artefactos.

El horario de difusión de estos dos «teletipos» -todavía se utiliza el viejo argot para referirse a las noticias que in illo tempore llegaban vía telegráfica- tiene una importancia capital. Sobre todo si tenemos en cuenta que, según declaró el propio Manzano en el Parlamento, los resultados de los primeros análisis del laboratorio de los Tedax fueron «comunicados a partir de las 14.00 horas». Es decir, que todo sugiere que tanto una organización pública como Efe como una privada como Europa Press divulgaron lo que no podía ser otra cosa sino la filtración policial de esos resultados.

Nada podría objetarse a los reparos de que en esas horas de confusión se manejaron muchos datos que luego resultaron ser erróneos, si no fuera porque cuatro meses después, en su meticulosamente preparada comparecencia del 7 de julio, el máximo responsable de la desactivación de explosivos repite una, dos y tres veces la misma información: en varios de los focos se encontraron restos de nitroglicerina.

Apelación inverosímil

¿Por qué razón iban a cometer el mismo error con ese intervalo de tiempo de por medio unos reporteros trabajando bajo presión y un experto policial interviniendo relajadamente en una sesión parlamentaria, tras haber repasado exhaustivamente toda la documentación sobre la que le podían interrogar? La apelación al azar es casi tan inverosímil ante esta coincidencia como ante la circunstancia de que de todos los callejones de España los etarras fueran a robar el coche que explosionaron en Santander precisamente en el de Trashorras.

A mayor abundamiento hemos de decir que hacía tiempo que no escuchábamos una explicación tan absurda y surrealista como la que Interior, y al parecer el propio Manzano, están manejando para justificar su «error». La tesis de que el policía empleó la palabra «nitroglicerina» como sinónimo de dinamita y confundió la parte por el todo «por asociación natural» no resiste su trasplante a la literalidad de su deposición parlamentaria. Baste notar que donde dijo: «...logramos encontrar restos de nitroglicerina y la nitroglicerina es el componente de todas las dinamitas», se pretende hacernos creer que quiso decir: «...logramos encontrar restos de dinamita y la dinamita es el componente de todas las dinamitas». Ni siquiera la política de nombramientos del PP en Interior pudo producir tamaña estulticia.

El gran 'agujero negro'

No es preciso recordar una vez más que la nitroglicerina es componente esencial del tipo de Tytadin habitualmente empleado por ETA para darse cuenta de la trascendencia de este asunto. Por mucho que el Gobierno pretenda que aceptemos que si lo que tenían los islamistas era Goma 2 ECO, también «debió ser» Goma 2 ECO lo que estallara en los trenes, no creemos que haya ningún tribunal que pueda sustituir las pruebas materiales por las simples deducciones e inferencias. La incógnita de qué fue lo que explotó en los trenes se convierte así en el agujero negro por antonomasia del 11-M, en la medida en que engloba a todos los demás.

La segunda parte de la explicación gubernamental que recibimos el jueves -en el sentido de que no hubo informes escritos de las pruebas realizadas el día de la masacre por el laboratorio de los Tedax y de que ni entonces ni más tarde se pudieron determinar los «componentes concretos» de la dinamita que se detectó en los focos de los trenes- es sencillamente insostenible. En primer lugar porque va contra toda lógica que se pueda asegurar que había dinamita sin haber encontrado los elementos químicos que la forman; o que un cuerpo de policía científica no vaya a documentar sus hallazgos. Y en segundo lugar porque, como acredita hoy Casimiro García-Abadillo, ambas falacias quedan desmontadas tanto por el sumario como por la comparecencia parlamentaria de Manzano.

El Gobierno nos engañó en casi todo lo que nos dijo el jueves. Estamos dispuestos a hacer abstracción de los lugares comunes sobre la trayectoria y antecedentes del actual titular de Interior y a contemplar incluso la hipótesis de que también él pueda haber sido engañado por altos funcionarios policiales. Pero lo único que a partir de hoy podrá sostener ese beneficio de la duda es una versión oficial y pública, avalada por la documentación completa del laboratorio de los Tedax y acompañada de las correspondientes medidas disciplinarias. Queremos creer que el señor Rubalcaba sigue pensando que «España se merece un Gobierno que no mienta», pero ahora es él quien debe acarrear la carga de la prueba. Y la sombra de la sospecha.

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